Pero la distancia no se puede decir que sea pequeña y, por lo tanto, planteamos la etapa igual que ayer: andar la mayor distancia posible en las primeras horas del día para evitar que estar expuestos al sol durante mucho tiempo.
Hemos pisado menos asfalto que ayer, lo que nos ha permitido disfrutar más tiempo de los bosques típicos de esta zona. También hemos podido admirar las impresionantes casas que te puedes encontrar, incluso, en las aldeas más pequeñas. Fachadas de granito, amplios jardines y, por supuesto, el perro en la puerta que no duda a la hora de ladrar a todo aquel que pasa por allí (y asustar al personal que va distraído).
Mañana llegaremos a Santiago, uno de nuestros objetivos junto con la llegada a Finisterre. Acudiremos a la misa del peregrino, a las 12 de la mañana, no sin antes de caminar los 17 kilómetros que separan Sigüeiro de la ciudad del apóstol. Al igual que el año pasado, seguro que la entrada en la plaza del Obradoiro será espectacular. Aportaremos nuestro granito de arena para dar un poco más de colorido, si cabe, a este sitio tan especial.
Y después, en la misa, tendremos protagonismo también porque de nuevo hemos conseguido que alguien de nuestro colegio lea una de las lecturas y que nos mencionen como un grupo que ha hecho el Camino Inglés.
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