"Bienaventurado eres, peregrino, porque has descubierto que el verdadero camino comienza cuando se acaba".
La niebla y el mal tiempo no nos dejaron apreciar todo el encanto del lugar, pero sí pudimos hacer las fotos de rigor junto al mojón del kilómetro cero, la puerta del faro y otras zonas características del lugar.
Ni que decir tiene que, a pesar de la niebla, no se puede evitar sentarse un rato para contemplar el horizonte, como si de un encanto se tratase.
Pero todavía nos esperaba una grata sorpresa: nuestro conductor había venido pronto hasta aquí y se había acercado hasta el faro, por lo que nos ahorró la caminata de tres kilómetros y medio que separan al faro del pueblo de Fisterra. Y es que, a estas alturas, no tener que realizar una caminata de varios kilómetros se agradece de manera infinita.
Después de comer en el pueblo, volvimos a montar en el autobús para poner rumbo a casa. Volvemos a nuestro entorno, a nuestra casa, a nuestras comodidades, a estar con quien queremos o con quienes nos hacen sentirnos bien. Pero después de realizar "el Camino" sabemos que, con nuestro esfuerzo, podemos llegar muy alto y conseguir casi todo lo que nos propongamos. Sobre todo si tienes 15 o 16 años.
Chavales, suerte a todos. Sobre todo a los de 4º, porque abandonáis definitivamente el colegio. Si dentro de unos años recordáis esta actividad al menos con una sonrisa y ponéis en práctica alguna vez lo que habéis aprendido o vivido, todo este esfuerzo habrá merecido la pena.
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