martes, 15 de julio de 2014

NEGREIRA - A PICOTA.

"Bienaventurado eres, peregrino, si lo que más te preocupa no es llegar, sino llegar con los otros".

Podemos decir que hoy hemos hecho la etapa más dura de todas las que llevamos. Además de la cantidad de kilómetros realizados, 28, el calor ha sido excesivo. A las 11.30 de la mañana el termómetro ya marcaba 20 grados. Pero con un grupo tan numeroso como el nuestro no ha sido fácil encontrar un sitio adecuado para dormir todos juntos. En muchos sitios los albergues no reservan plazas para tanta gente porque tienen pocas plazas y tienen que atender a las personas que van solas o en grupos muy pequeños. Por lo tanto, a veces hay que hacer las etapas con una distancia que no es la que quisiéramos para poder dormir en las únicas instalaciones que reservan en los pueblos: los pabellones. 
Por otra parte, hay que señalar que es imposible calcular al milímetro la distancia de cada una de las etapas. Cada guía marca un número de kilómetros, cada persona a la que preguntamos por la distancia que nos falta a un pueblo determinado nos dice una cifra diferente…
Cambiando de tema, la etapa de hoy ha sido bastante dura porque la primera parte siempre "picaba" hacia arriba. Pero el descanso en un pueblo llamado Vilaserío recuperó un poco nuestras piernas para afrontar el difícil y largo trayecto que aún nos quedaba por andar. A partir de entonces fue cuando el calor hacia que nuestro ritmo fuera más lento y los kilómetros pasaran más despacio. 
En cuanto a las cosas positivas de la etapa podemos decir que la primera parte fue bastante entretenida porque los caminos por bosques se alternaban con las pistas de tierra... aunque de vez en cuando el asfalto también hacia su aparición. 
En la segunda parte se puede destacar las vistas que había desde el alto de Vilar de Castro, donde pasamos a escasos metros de varios molinos eólicos.
Y cuando llegamos al pabellón nos encontramos con la agradable sorpresa de que esta noche tendremos compañía para dormir. Se trata de un grupo perteneciente a la Guardia Real, con base en Madrid, que están haciendo el camino desde Finisterre junto a sus familias, al revés que nosotros, cruzándonos aquí. Pero tienen una logística mejor que la nuestra: no cargan con las mochilas durante la etapa, ya que tienen un camión (sí, ¡un camión!) para llevarlas, también cuentan con dos todo terrenos de apoyo, 5 autobuses y una furgoneta pequeña. Todavía estamos negociando para ver si nos dejan la furgoneta pequeña, pero parece que no están muy receptivos... Así que seguiremos cargando con nuestras mochilas. 

Un alto en el camino.

Otro alto en el camino...

Ya no son peregrinos raros. Ahora nos hemos acostumbrado a su compañía. 

Si Don Quijote levantara la cabeza y viera estos molinos...

Cada día dejamos atrás muchos pueblos...

...y mucha gente que nos ha tratado estupendamente. 

A veces pasamos por bellos rincones de Galicia.

Amigos que salen a nuestro encuentro para saludarnos. 

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